Ya los cuentos de pequeña pasaron a ser solo una excusa para seguir viendo dibujos animados, sabía que nada era verdad pero aún la divertía un poco la fantasía, además, era una bonita forma de recordar la época donde era inocente y quizás boba.

La magia que algún día hubo en sus ojos se convirtió en realidad, ya no había fantasías, aunque si uno que otro sueño que tenía la esperanza de cumplir.

El engaño de la niñez pasó, no había príncipe que la buscara en su caballo blanco, solo habían duendes, brujas y ogros, que chocaban con ella y su camino, y no ogros lindos como Shrek, hijos de puta que solo destruían su vida luego de clavar sus colmillos en la carne que para ese entonces era inocente.

Su último suspiro de esperanza se había ido hace unos meses, con par de infidelidades detrás, una buena dosis de maltrato y una larga lista de irrespetos que solo le hacían sentir punzadas en el corazón que alguna vez palpitó amor.

Un día vio el espejo y desesperada le dijo: ¿Qué mierda quieres de mi? ¿Acaso no es suficiente?

El espejo ofendido por su pregunta, más no extrañado le dijo: ¿Quién es la estúpida que decidió creer más en otros que en si misma? ¿Acaso alguien te dijo que amar significa olvidarse de ti y darlo todo por un extraño?

Ella, muy sorprendida de que un espejo le hablara, decidió darse media vuelta y dejar pasar aquel extraño capítulo de su vida.

Aunque las palabras quedaron ahí, clavadas en su mente, desgarrando el corazón y sacando más preguntas al aire que tenían como respuesta lo mismo.

Caminando sin dirección, con un café que una vez fue caliente, en la mano y con dudas y dudas en la cabeza, obtuvo la respuesta.

Nadie sabe qué le dijo su mente a ella misma, nadie sabe qué demonios pasó, pero el cambio se sintió.

Al día siguiente se puso tacones, un vestido apretado y el mundo tembló, los hombres corrían de pavor pero regresaban llenos de elogios y amor.

Ja! Nadie sabía qué había pasado, pero definitivamente algo cambió.

Ese día su jardín creció, los muros de su castillo comenzaron a levantarse de nuevo, dragones volaban por su cielo, príncipes hacían fila con regalos, ella no miraba a ninguno, solo se veía a ella y como su reinado iba haciendo de las suyas.

No había rey que no la quisiera, no había príncipe que no soñara con ella, los cuentacuentos hacían historias de ella, las calles estaban llenas de canciones en su nombre, habían leyendas y mitos, todo cambió.

Un día miró de nuevo al espejo y con una incertidumbre extraña, pues hablar con un espejo no era algo que se pueda catalogar como normal, le preguntó: ¿Qué cambió?

El espejo lanzó una carcajada y dijo: ¡Tú!

Antes esperabas por un príncipe, ahora los príncipes hacen fila por ti, antes mirabas como tu castillo se derrumbaba, ahora tu misma levantas una piedra sobre otra hasta construir el muro, antes los dragones te daban miedo, ahora son tus mascotas, antes necesitabas una voz de mando que ordenara tu vida, ahora mandas tú.

Ella sonrío y le preguntó: ¿Y ya no hay príncipe para mi? ¿Ahora quedaré yo sola? 

El espejo de nuevo lanzó una carcajada y le dijo: Ahora es que sobran príncipes para ti, pero el correcto viene en camino, con un corcel que brilla más que 7 soles, con una voz que hace temblar hasta al dragón más grande, con un puño de acero para protegerte y de seda para acariciarte, con miles de canciones para ti, con decenas de poemas, con historias que te harán reír por montón y con alguno que otro truco orgásmico que harán de las noches un momento bastante atrevido.

Si alguien ve a mi princesa, dígale que voy en camino, mi castillo se estaba cayendo y tuve que reconstruirlo primero, pero que pronto llegaré, lleno de historias, canciones y poemas.

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